Friday, March 19, 2010

HE APRENDIDO A VERTE


He aprendido a verte en los arroyos,

en los vértices mudos de las piedras,
en el hueco blanquísimo del nardo
que nos llena las manos de perfumes,
en las palomas altas que acarician
los dominios de Dios con blandas plumas,
en todo lo que es puro y delicado:
agua, geometría, flores, vuelo…

Si es que palpo la brizna menudita,
si es que el viento me mulle los cabellos,
si me roza la tierra, si el sol viejo
vierte su oro caliente entre mis labios,
yo te presiento a ti, tengo tus besos,
tus caricias ardientes, tus delirios,
galopando mi sangre como un potro.
¡Oh mujer, mujer mía –apasionada
como el rumor del bosque, como el aire
que nos aprieta el alma sensitivo,
como la hierba verdecida y dócil
huérfana de tu paso–, yo te traigo
hasta el pretil sonoro de mi boca,
jubiloso y feliz, porque he tenido
–esta tarde con Dios y Primavera–
tus caricias azules por mi cuerpo
y he aprendido a verte en los arroyos!


FAUSTO BOTELLO.

Friday, March 05, 2010

NIEVE EN PRIMAVERA


A sómate a la ventana: llueven rosas,
mariposas quizás revolotean, construidas
en las aéreas estancias de lo Alto;
nacidas allá arriba, donde nuestros deseos
y esperanzas, al subir, sucumben.
¿T e acuerdas de la Vía Láctea en el verano,
que deja pasar la luz de la puerta del palacio
de los dioses, como si estuviera mal cerrada?
P or allí ha debido de bajar esta hermosura,
porque quizás los dioses celebran una fiesta
y envían
tal regalo nupcial hacia la tierra.

José Jimenez Lozano