Friday, November 21, 2014

Profecía de bolsillo.

Veinte veces he dicho que ningún pueblo “cede” su territorio “por razones humanitarias”. No lo hacen los nacionales de las grandes potencias que invocan “los derechos humanos” a favor de emigrantes indocumentados haitianos. Veinte veces he dicho que lo que determina la identidad de los pueblos no es la raza; es la cultura. Japoneses, chinos y coreanos, pertenecen a la raza amarilla. Son tres culturas distintas. Algunos negros de África hablan la lengua árabe y practican la religión mahometana; su piel es negra; pero su cultura es arábiga. Los dominicanos –negros, blancos, mulatos– hablan la lengua española. El torso básico de su cultura es hispánico.
Veinte veces he dicho que la cultura dominicana contiene ingredientes tainos, africanos y europeos, como es visible en el “perico ripiao” –tambora, güiro y acordeón–. Veinte veces he dicho que “blanquismo” y “negrismo”, “africanismo” e “hispanismo”, son guerras fracasadas contra nosotros mismos. Dediqué a este tema un ensayo: “La guerra civil en el corazón”, que aparece en el apéndice de mi libro “Un ciclón en una botella”. Los políticos dominicanos de las últimas tres décadas no han hecho nada para esclarecer estos asuntos en lo que concierne a la educación escolar. Menos aun para poner normas en asuntos fronterizos y migratorios.
Los militares dominicanos, los cónsules dominicanos, los oficiales civiles dominicanos, son culpables de todas las trapacerías que ahora entorpecen la puesta en práctica de la sentencia 168-13, un intento de poner orden administrativo a la inmigración ilegal haitiana. Los dirigentes políticos de todos los partidos han “cedulado” haitianos para que participen en las elecciones en calidad de “dominicanos provisionales”. Como siempre ocurre, cosechamos lo que sembramos: en este caso, los frutos de una prolongada negligencia.
A pesar de todo ello, los poderes internacionales que presionan para la fusión de los dos pueblos que comparten la isla, no tendrán éxito. Se trata de un problema “histórico, geográfico y etnológico”, como lo calificó el historiador haitiano Jean Price-Mars. Es un conflicto político y social; no se resolverá con apelaciones jurídicas, ni doctrinas internacionalistas. Pronto los dominicanos comprobarán que cada día será más difícil emigrar y encontrar trabajo. Entonces defenderán su territorio con uñas y dientes. Vendrán unos tiempos dolorosos terribles.                                                                                                                                                                                                                 

Wednesday, November 19, 2014

“Dólares de arena” Cronica por Armando Almanzar.


Si, haciendo cine en serio, porque se hace indudable que Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán nohan querido, nunca han deseado hacer espectáculo, llamar la atención con caras bonitas o curvas irresistibles, sino crear tomando la vida real como base para sus historias.
Por ejemplo, con lo que costó hacer “Interestelar” (165 millones de dólares), de tenerlos en fondo para trabajar (nunca han tenido ni una centésima parte de tal suma), ellos podrían trabajar a sus anchas y hacer una docena de obras cinematográficas con verdadero sentido de lo que es el Arte cinematográfico en su relación con el Ser Humano.
Algo que en “Dólares de arena” lo demuestran de manera contundente.
La muy madura mujer europea que interpreta (magistralmente) Geraldine Chaplin, es todo un caso, pero no una excepción. Ella escapa de su ambiente natural porque no le permite ciertas digresiones en lo que a conducta se refiere. Huye de su soledad existencial y se aferra desesperadamente a una chica campesina dominicana que, a pesar de su corta edad, ya está embarazada y si se une a la otra, que podría ser su abuela, es por pura necesidad. Usted, como espectador, puede atisbar con atención y encontrar en ella ciertos sentimientos de apego a su compañera ocasional. Pero, para la joven, la idea de vivir cómodamente, incluso en Europa como vislumbra en un futuro inmediato, no es una necesidad vital. En cambio, para la señora adinerada pero solitaria, la compañía de la joven es su tabla de salvación porque sin ella su angustia, la angustia de una soledad que no ofrece posibilidades de ser remedada es honda y desesperante. Ella sabe que si se marcha sola, sola quedará porque su soledad no se remedia con amigos o familiares; necesita quedarse en esta tierra hermosa donde puede vivir plácida y tranquila, pero si es acompañada porque esa traviesa chica que, aunque sabe que la usa para tener dinero y comodidades, le brinda lo más parecido al amor que puede tener.