Sunday, October 25, 2009

La Mesa


Las reuniones sociales nos regalan sabores acompañados de vivencias coloridas, mas cuando estas son segundas venidas como la de un profeta que juró regresar. Cuando hacemos acto de entrada en unos brillantes y acomodados Principes, nuestro alrededor se sobrepone al oscuro día que dejamos detrás y podemos sentirnos importantes, confortables, incluso hasta humanos, sintiendo que podemos respirar igual que los jefes corporativos que nos presentan como ejemplo.
Las grandezas de los hombres hoy día, se pueden medir muy fácilmente por sus logros de bolsillos y no por su contribución a una causa humana y por ende es fácil llegar al tema central. Luego de sentirnos terrícolas, propiamente presentables, tendremos que asegurarnos que los invitados de turno, sigan el patrón anterior cuando nos reunimos por vez primera y las conexiones unitarias de temperamento solo ayudaron a clarificar, que no teníamos nada en común.
En los círculos presentes se escuchan voces que remiten los argumentos anteriores, cuando alguien se refiere a lo que hace y a quien puede interesarle su modo de vivir. Nuestra impresión sería en ayudar de momento, con argumentos propios aprendidos en clases mesuradas de la vida cotidiana, respaldando y apoyando las palabras del orador de momento. Alguien podría decir e interpretar que la reunión anterior se describió todo lo puesto en la mesa, incluso los mismos alimentos y nadie tuvo la osadía de volver a comunicarse para demostrar algún interés si quiera cibernético en los demás.
Cuando en el medio de la reunión nos intercambiamos los turnos para justificar esas actitudes poco éticas, todos se desbordan a hablar de un libro el cual nadie recuerda y han traducido a más de 2000 idiomas solo para salir de una situación que le deje justificar su pobre afección por lo sociable. El libro antiguo es valorado para glorificar actitudes presentes y eliminar actuaciones deprimentes, para luego de su lectura justificar nuestro pasado, podemos decir que esas escrituras luego de leerlas pueden ser como el mar, que cuando partimos dejamos todo atrás y podemos comenzar de nuevo con otra memoria.
Salir, despedirse de unos alimentos que son testigos de las más insípidas palabras a digerir, nos traerán recuerdos en burbujas con frases que se irán por el aire cuando sus globos impacten la hipocresía.


1 comment:

Maria Fernanda said...

Holas Max:Creo que no se tendría en cuenta esos aspectos tan frívolos si uno estubiese con amigos de verdad los amigos de verdad te aceptan como sos y tratan de ayudarte a mejorar. Y si vas a una reunión donde conoces gente siempre es de saber que hay gente que solo ve con el bolsillo y que se olvido bajo su almohada o bajo una zanja al go que se llama corazon, por suerte no son todos... Saludos María