Los estragos de la década perdida, son descritos en un libro de reciente
publicación de John Perkins, que se llama “Confesiones de un Sicario Económico”.
Perkins, un respetado ex miembro de la comunidad bancaria internacional, quien
trabajó muchos durante décadas en el Banco Mundial, narra en ese libro como
profesional muy bien pagado, ayudó a los Estados Unidos a timar a países pobres
alrededor del mundo en trillones de dólares, prestándoles más dinero del que ellos podrían
alguna vez pagar, para luego hacerse cargo de sus economías.
Perkins dedicó su libro a los presidentes de dos países que habían sido sus
clientes: Jaime Roldós, del Ecuador y Omar Torrijos, de Panamá, a quienes llegó
a respetar y vio morir en accidentes de avión provocados por la CIA, por su
negación a aceptar los términos del Banco Mundial y del Fondo Monetario
Internacional, durante la administración Reagan. Asqueado, por el golpe en
Chile, provocado por la CIA por las mismas razones, se decidió a escribir el
libro.
La masiva emigración de las mujeres y sus aportes a la solución de los
estragos de la llamada década perdida, se reconoce en Nairobi, en 1985, donde
surge el concepto “Genero y desarrollo”, visibilizando la contribución de la
mujer a la sociedad y su equidad con el hombre como sujeto fundamental del
desarrollo, posición que se termina de formular en Beijing, diez años después,
donde se reconoce que la mujer es un sujeto político, con iguales deberes y
derechos ciudadanos que el hombre.
En la década de los 80, en América Latina, se incorporan al trabajo remunerativo, veinte
millones de mujeres, y comienza la emigración masiva de nuestras mujeres al
exterior, por todas las vías, las legales y las realizadas a través del tráfico
y la trata. Pretendiendo ignorar esta realidad, los Estados Unidos, (después del
desplome de las Torres Gemelas, y su preocupación con el terrorismo),
entendieron que el tráfico y la trata son su tercera frontera, porque son la
única vía de ingreso a su país que no dominan, o controlan. Ahí empezó su
práctica de categorizar a los países de acuerdo o no al combate de este flagelo,
a nivel interno.
Solo que en esta nueva cruzada, los Estados Unidos se niegan a entender que
en países como el nuestro son las remesas, segunda fuente de ingresos al
presupuesto nacional, después del turismo, (prácticamente un presupuesto
paralelo, enviadas precisamente por nuestras mujeres traficadas o no, en el
exterior), las que mantienen nuestros países a flote.
Escrito por: Chiqui Vicioso (luisavicioso@hotmail.com)
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